domingo, 9 de marzo de 2014

EL COMERCIO 1992 PAGINA ESCOLAR

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EL COMERCIO 1992. PAGINA ESCOLAR

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MARIO FLORIAN. Diario AltaVoz

MARIO FLORIAN


MARTHA HILDEBRANDT

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MARTHA HILDEBRANDT

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MARTHA HILDEBRANDT

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MARTHA HILDEBRANDT. IMPRÁCTICO

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LENGUAJE Carta Magna no es lo mismo que Constitución

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sábado, 8 de marzo de 2014

José María Arguedas

José María Arguedas

“Los ideales de Arguedas no son
 arcaicos, apuntan al futuro”

 
Este martes 18 de enero se cumplen cien años del nacimiento del escritor José María Arguedas (Andahuaylas 1911-Lima 1969). El autor de Los ríos profundos, Todas las sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo dejó un legado que ahora es revalorado con homenajes nacionales e internacionales y con el anuncio de la edición completa de sus estudios antropológicos. Carmen María Pinilla, estudiosa de su obra, hace aquí un acercamiento a sus ficciones, pero también a su vida atormentada, marcada por los contrastes.
 

Por: Cynthia Campos

 “Dicen que ya no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor. Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos (...). Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros”, escribió José María Arguedas en 1966 en un texto que tituló Llamado a algunos doctores. Líneas después, los desafiaría: “Saca tu largavista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes. Quinientas flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se mezclan”. Arguedas lanzaba así el reto: entender el ande con una nueva mirada, una que valore la riqueza de la cultura andina como la de todas las culturas que habitan el Perú, para lograr un país, como en el título de su novela, de todas las sangres.

 

El reto de repensar a Arguedas sigue vigente y fue el propio Mario Vargas Llosa quien recordó al autor en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 2010. Vargas Llosa saldaba con él una deuda que tenía desde que publicó La utopía arcaica (1996) y los expertos de la obra de Arguedas, como Alejandro Ortiz Rescaniere y Rodrigo Montoya, le salieron al encuentro. La especialista Carmen María Pinilla, miembro de la Comisión del Centenario de José María Arguedas, nos acerca a esta polémica y a la vida y obra del autor de Yawar Fiesta.

 

–¿Mario Vargas Llosa ha cambiado su visión sobre la obra de José María Arguedas. Ya no la considera ‘arcaica’?

 

–En primer lugar, Mario Vargas Llosa admira a Arguedas. Es un admirador sincero de la obra de Arguedas y la ha estudiado a profundidad. Lo que pasa es que él considera que José María Arguedas siente alguna añoranza porque se está perdiendo la tradición andina, pero Vargas Llosa interpreta esta añoranza como un deseo de regresar a ese orden andino, de que no cambie, de que se quede congelado. Entonces, sí, pienso que con este último discurso Mario Vargas Llosa ha enmendado el calificativo de ‘arcaica’ a la utopía de Arguedas, o a los ideales de Arguedas. No son arcaicos porque los ideales de Arguedas no son regresar al pasado sino más bien utilizar valores del pasado, que existen todavía en las poblaciones actuales, herederas del pasado incaico, y que esos valores tengan una utilidad en el futuro. Por último, sería en todo caso la utopía de todas las sangres, como dijo Rodrigo Montoya.

 

–¿Qué hace al mensaje de la obra de Arguedas un discurso tan actual?

 

–Este proceso por hacer del Perú un país de todas las sangres sigue vigente y las expresiones culturales del ande también; no se opacan en absoluto con la llegada de las tradiciones occidentales. Aún ahora sucede eso. Mira, por ejemplo, en Gamarra, las creaciones de los empresarios de origen andino tienen todos los colores del ande. Fíjate en la música chicha. Nuestro idioma también está lleno de imposiciones de la cultura quechua. No es que se va a arrasar con el pasado; se está demostrando que eso no es así necesariamente. Además, Arguedas habla de segregación y discriminación, que son problemas que se viven aún ahora en todas partes del mundo, por eso lo estudian en España, en Alemania.

 

–Pero el mensaje arguediano ha sido aprovechado políticamente también. Alejandro Toledo, por ejemplo...

 

–Claro. Sin ir más lejos, también el gobierno de Fernando Belaunde. Belaunde apreció la obra de Arguedas y muchas veces se inspiró en ella, incluso lo invitó a ser director de la Casa de la Cultura. Esa es la propiedad y la actualidad de Arguedas, que es de todos y no puede ser apropiado por un partido político o un determinado sector, ya sea de derecha o de izquierda. Es algo parecido a lo que sucedió también con la figura de Túpac Amaru en los tiempos de Juan Velasco Alvarado. Pero está bien que Toledo lo cite porque lo difunde, y en la medida que lo lees te das cuenta de que no es el mensaje de Toledo sino el de Arguedas.

 

Arguedas en su tiempo

 –¿Cuáles son los hechos que marcan la escritura de José María Arguedas?
 

–Como dijo Alberto Flores Galindo, Arguedas vivió los procesos sociales más importantes del Perú en el siglo XX. Entre los 9 y 14 años vio nacer los grandes movimientos reivindicatorios del indio en la sierra. Entre los 20 y 23 años ve la serie de levantamientos de los indígenas en contra del gamonalismo, que había alcanzado altísimos niveles de explotación. Además, su padre era juez de primera instancia en Puquio y tenía que recorrer con él varias regiones en el país. Ello sin contar que, desde niño, el escritor estuvo expuesto a los contrastes. Mientras el padre salía de viaje, la madrastra en casa lo maltrataba y lo exiliaba al mundo de la cocina, con los indios. Cuando el padre regresaba, lo peinaban, lo limpiaban y lo sentaban en el comedor principal. Él pudo ver ambos mundos, del indio y del gamonal con todas las desigualdades y contrastes entre ambos, desde muy chico.

 
–En Lima también ve estos contrastes...

 
–Sí, en la década del 40 van a intensificarse los movimientos migratorios que cambian totalmente el rostro de las ciudades. Todo esto va a cambiar la situación en el ande y, coincidiendo con el empobrecimiento del agro, se produce el deseo de emigrar, de abandonar el campo, la agricultura tradicional. Esto significa un cambio total en la costa, donde Arguedas es testigo de cómo se van formando los pueblos jóvenes, las barriadas. Él frecuenta estas barriadas, tiene allí amigos músicos, folcloristas, y los visita frecuentemente. Por eso es que critica a Luis Felipe Angell (Sofocleto) cuando este publica su novela La tierra prometida, y –según Arguedas– las presenta como una realidad deformada y sin futuro. Arguedas dijo que no es así y quiso demostrarlo en su última novela El zorro de arriba y el zorro de abajo cuando presenta en el escenario del mercado a migrantes de distintas partes del Perú que caminan juntos y luchan por un proyecto común.

 

La realidad golpea como un río

 –Se dice que uno de los mayores aportes de Arguedas ha sido revalorar la figura del indio...
 

–También lo creo, pero se ha prestado a exageraciones. Es un tema que le han achacado mucho, sin embargo el mismo Arguedas se defiende diciendo que él no retrata solo al indio. Él dice que para expresar al indio él tiene que expresar con la misma agudeza a los personajes que hacen del indio lo que es. Es decir, él trabaja con el mismo ímpetu al gamonal, al patrón, a los jueces, a los curas, al gendarme, etc, y los presenta a todos –incluyendo al indio– con sus virtudes y sus defectos. Su objetivo es otro. Él dice muchas veces qué es lo que le lleva a escribir. Dice que los dos grandes objetivos de su vida son mostrar una realidad desconocida –o mal conocida por los prejuicios– y luego golpear como un río la conciencia del lector. Por eso luego va a complementar su vocación literaria con la de científico social, de antropólogo.

 

–Una de las acciones en homenaje por el centenario es editar la obra completa de los estudios antropológicos de Arguedas. ¿Cómo va ese proyecto?

 

–Los esfuerzos han sido inmensos y finalmente se consiguió que el señor Humberto Damonte publique la obra antropológica de Arguedas este año, posiblemente a mediados de mayo. Mira qué importante es: la obra antropológica tiene 7 tomos, la literaria 5. Ha sido un gran trabajo, conseguir documentos de revistas, libros y archivos especializados del Perú y del extranjero.

 

Amistad poética

 –Este año se cumple también el centenario del nacimiento del poeta Emilio Adolfo Westphalen, íntimo amigo de José María Arguedas. Usted estudió la correspondencia entre ambos. ¿Cómo era esta amistad?
 

–Maravillosa y alturada. En mi libro Apuntes inéditos. Celia y Alicia en la vida de José María Arguedas se reúnen numerosas cartas, muchas de ellas de Emilio Adolfo Westphalen. Y es que cuando ellos se escribían había siempre una parte dirigida a los amigos y otra parte para las esposas. Se dirigían o bien a Celia o bien a Judith Ortiz Rescaniere, artista plástica, hermana de José Ortiz Reyes, otro gran amigo de Arguedas. En esas cartas se habla de literatura, de política. Además, cuando Arguedas está con sus alumnos quechuahablantes les da a leer poemas de Westphalen. Es un amigo muy tierno. Arguedas se preocupa mucho por las hijitas del poeta, Silvia e Inés. Se ayudan, se aconsejan.
 
–También se burlan de Pablo Neruda.

 
–(Ríe). Sí, les parece horroroso el poema que hace Neruda a Machu Picchu.

 
–Las mujeres jugaron un rol importante en la vida amorosa de Arguedas, pero parece quejarse siempre...

 
–Lo que pasa es que Arguedas era enamoradizo y enamorador. Su primer gran amor fue Celia Bustamante Vernal, pero antes tuvo varias relaciones, no tan fuertes. José María y Celia, que ya se habían conocido en la peña Pancho Fierro, se enamoran cuando ella lo visita y ayuda en la prisión El sexto, en compañía de su hermana Alicia, quien pertenecía a Socorro Rojo (organismo del Partido Comunista). Arguedas estaba preso por protestar contra un general fascista que visitó San Marcos. Viven 26 años de un matrimonio feliz para todos los que los conocieron. Pero él frecuentemente se queja de insatisfacción. A la par, tiene varios amoríos que no llegan a nada. Solo uno es importante, el romance que tiene con Vilma Ponce, en Apata (Junín), que lo ayuda a terminar Los ríos profundos. Finalmente, se enamora de Sybila Arredondo, pero también se queja de insatisfacción. Con todo, cuando él se siente decaído, enamorarse e ilusionarse le despierta la chispa de la vida.
 
–Pero la depresión le gana a la ilusión.
 
–Es característico de su tipo de personalidad. Esta personalidad que tiene sentimientos de muerte, que luego de la muerte de la madre vive en ambientes amenazantes. Con un padre casi ausente, tendrá luego problemas para mantener vínculos afectivos estables. Va siempre buscando a la mujer perfecta, virginal, algo que, evidentemente, no se puede alcanzar.
 
Las crisis
 –Otra mujer, su terapista Lola Hoffmann, es fundamental también.
 
–Sí, a partir de los años 60 él comienza terapia con Lola Hoffman. Arguedas dice que es ella quien le da el empuje para terminar su matrimonio con Celia. Pero luego Lola entrará en crisis también; muere su pareja sentimental y luego tendrán que quitarle un ojo por un problema de glaucoma. Esto afecta a Arguedas profundamente; su temperamento es bastante sensible.

 
–Bastante sensible a las críticas también. La mesa redonda sobre Todas las sangres en el año 65 lo hirió de muerte...

 
–Esas críticas en el Instituto de Estudios Peruanos fueron devastadoras, pero no creo que hayan sido determinantes de su decisión de suicidio. Su situación afectiva, el problema de Lola Hoffmann –su ‘mama Lola’–, la situación política y social, el hecho de que siente que otros han hecho cosas mejor que él –como la traducción de los mitos de Huarochirí–, todo ello hace que no soporte más. Es curioso, en el psicoanálisis se ve que las personas que han tomado esta decisión radical sienten tranquilidad. Eso al parecer le ocurrió a Arguedas pues antes de morir hizo llamadas para despedirse de sus seres queridos, dio recomendaciones, escribió cartas.
 

Lo que dice en el último diario, incluido en El zorro de arriba y el zorro de abajo, lo corrobora. “He sido feliz en mis llantos y lanzazos porque fueron por el Perú; he sido feliz con mis insuficiencias porque sentía el Perú en quechua y en castellano (...). En la voz del charango y de la quena lo oiré todo”. Sí lo oyó. Pero fue después de que sus amigos trasladaron su cuerpo a escondidas para que fuera enterrado en su tierra, Andahuaylas. Lo oyó todo: las danzas, los charangos, las quenas y los cantos.

 

En el Perú y el extranjero

El martes 18, el Congreso de la República realizará un homenaje a José María Arguedas, que será iniciado con la parte musical de Máximo Damián y Jaime Guardia. Seguirán las ponencias de expertos como Carmen María Pinilla. El miércoles 19, se inaugurará la muestra bibliográfica ‘Poética de un demonio feliz’, en la Biblioteca Nacional. Allí mismo se abrirá la mesa redonda ‘Literatura y realidad andina en la obra de José María Arguedas’. El mismo día, la Universidad Agraria de La Molina rendirá otro homenaje, también con mesas redondas y testimonios. La revaloración de la obra del autor de Agua también será internacional. En Cuba ya se alista otra serie de actividades, convocada por la Casa de las Américas. En Roma, la Asociación Cultural Nuevo Horizonte también prepara un homenaje.

 


Revista DOMINGO. La República

Domingo, 16 de enero de 2011

Antonio Gálvez Ronceros

 Antonio Gálvez Ronceros 

El rescate de una voz


Acaba de aparecer una reedición de Los ermitaños, el primer libro de cuentos de Antonio Gálvez Ronceros (Chincha,1932), quizá el escritor peruano que mejor ha retratado el mundo de los campesinos mestizos y negros de la costa peruana. A propósito de ello conversamos con el autor iqueño, un hombre serio que escribe con humor y que ahora anda ocupado en culminar un volumen de cuentos y dos novelas.


Por: Raúl Mendoza

El secreto de la escritura de Antonio Gálvez Ronceros ha consistido en saber escuchar. Creció en Chincha y pudo captar de primera mano el habla ingeniosa y divertida de los campesinos costeños, cholos y negros, del sur chico peruano. Así perfiló un estilo personal y reconocible desde Los ermitaños, su primer libro. Es acaso el mayor exponente de la oralidad en la literatura peruana, pero no solo eso: es un maestro del cuento. No se pueden leer sus historias sin quedar atrapado por su tono alegre y envolvente.
 

“Quiero mostrar un mundo de mucha riqueza conceptual, humorística, con personajes sencillos y humildes. Es gente no ilustrada, que pone en juego la imaginación cuando trata de comunicarse. Y ello los conduce, en vista de que no tienen un rico vocabulario, a imaginar formas ingeniosas de expresión: la comparación, la metáfora, la exageración. Muchas veces, dependiendo del tono con que se concibe la historia, surge el humor”, cuenta el escritor. Ese lenguaje popular, hecho de imágenes, ha sido siempre la materia prima para sus historias.

Quizá por eso su primer libro, Los ermitaños, publicado en 1962, todavía convoca el interés de los lectores y ha vuelto a aparecer –hace unas semanas– en reedición de Peisa. “Aunque retrate a personajes campesinos y ambientes de provincia, el libro mantiene su vigencia porque las formas de encarar la escritura están dentro de la narrativa contemporánea”, señala. Casi medio siglo después de haber sido escritos, los siete relatos del libro todavía nos conmueven o nos hacen sonreír. La narración no ha envejecido.

El cuento Joche, el más largo del volumen, le costó varios años porque no hallaba el final. Tuvo que venirse a Lima para concluirlo. Los demás relatos fueron saliendo de a pocos. En ellos los escenarios pueden ser realistas, pero hay mucho espacio para la ficción: en El animal está en casa, le da voz a un perro. En El desaparecido, a un hombre se lo lleva el maligno. Y en La cena, a un tipo abusivo le ofrecen un banquete con ratas. El escritor llegó a Lima a principios de los años sesenta. Primero estudió Educación en la universidad La Cantuta y luego Literatura en San Marcos.
 

Escribir en negro
Más tarde retrataría el mundo afroperuano con su segundo libro de relatos y el que lo consagró: Monólogo desde las tinieblas (1975). Ahí recoge el habla negra de las haciendas iqueñas. “No es que haya registrado su modo de hablar con una grabadora como los lingüistas. Yo crecí en ese mundo y creo conocer al negro campesino. Ese conocimiento me basta para, con la imaginación, generar frases que estén muy en caja con la modalidad en que ellos hablan. No se trata solo de escucharlos sino de degustar su lenguaje, paladearlo, sorprendernos con su ingenio”, explica.

En este libro el humor es una presencia constante. Algunos relatos evidencian la precisión con que Gálvez Ronceros puede registrar una escena, una visión del mundo, una forma de encarar la vida, y todo con frases de español afroperuano. El cuento Ya ta’ dicho, por ejemplo, nos hace reír pero también reflexionar sobre el sentimiento de una comunidad marginada cuando está frente a la autoridad. En Etoy ronca, en cambio, se impone la gracia de la situación y del lenguaje. Aquí el fragmento final:

 Al llegar donde el camino trazaba una curva prolongada, la negra volvió a hablar:


–Compaire, uté me quiede tumbá.


Entonces el negro la miró y dijo:


–Comairita, si yo la tumbo en ete camino, ¿uté grita?


–No, compaire, poque hata ronca etoy.


Ese es el tono, entre zumbón y festivo, de muchos de los cuentos de Monólogo desde las tinieblas, un clásico de las letras peruanas. Uno puede reírse a carcajadas, por ejemplo, con el cuento Rezador o Miera, o reflexionar con la filosofía de Monólogo para Jutito. Para muchos críticos, con sus dos primeros libros Antonio Gálvez Ronceros ya tenía un puesto asegurado entre nuestros cuentistas mayores. El escritor Miguel Gutiérrez en su libro La Generación del 50: un mundo dividido señala que “Gálvez Ronceros no solo es un buen narrador de historias, sino que, después de Ribeyro, es el más notable cuentista de la Generación del 50”.

A pesar de ello, los libros del escritor iqueño no han tenido el éxito de otros autores. Incluso Monólogo... no es una obra que esté en la lista de libros ‘pirateables’. “Varios editores tenían el temor de que eso ocurriera, pero no ha pasado. Si los libros pirata son un síntoma del éxito de un autor, yo no sería de los exitosos”, dice el escritor iqueño. Recuerda que durante la época de Alfonso Barrantes su libro salió en edición de Munilibros a precio muy rebajado y quizá los ‘piratas’ pensaron que nunca podrían venderlo más barato y se desinteresaron de él.


Últimos proyectos


Con el tiempo, Antonio Gálvez Ronceros ha escrito dos libros de cuentos más: Historias para reunir a los hombres y Cuaderno de agravios y lamentaciones, de tono más urbano. Si bien la oralidad ya no está tan presente en estos libros, el humor y los personajes que luchan contra una realidad que pretende avasallarlos continúa en sus relatos. “Cuaderno de agravios... es un libro contra el poder, pero no necesariamente político. Habla del poder que ejercen, por ejemplo, un director de escuela en su entorno o el cobrador de un vehículo de transporte público contra un pobre hombre que no tiene para pagar el pasaje”.


En los últimos años también ha incursionado en la novela, aunque el cuento lo emociona más porque la síntesis que exige se acomoda mejor a su temperamento. “Tengo un libro de relatos casi terminado y dos novelas en proceso, una más avanzada que la otra. La primera novela se va a llamar ‘Perro con poeta en la taberna’, que es un largo diálogo entre un perro y un artista de la palabra, y la segunda tendrá de nombre ‘Marleni era el prostíbulo’, la historia de una joven que es la máxima atracción de un burdel de provincia pero que se aleja del oficio cuando un cliente se le muere encima. No digo más”, precisa.


En eso ha estado Antonio Gálvez Ronceros en los últimos tiempos. Y ya no quiere más proyectos. “Ya no soy joven y el tiempo a veces no alcanza para acabar lo empezado. Esos tres libros serán las únicas cosas que escriba de aquí en adelante”. La atmósfera, como es de esperar, será provinciana y el tono será festivo. Por ahora la reedición de Los ermitaños, el libro con el que redondeó un magnífico debut literario, lo ha puesto otra vez en la noticia. Es el justo rescate de una obra que nos abrió las puertas de un mundo desconocido y lo puso para siempre cerca de nosotros.



Revista DOMINGO. La República

Domingo, 02 de enero de 2011

José Antonio Encinas

José Antonio Encinas

 

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